Katakritos


Katakritos (2012) fue el primer álbum que grabé de una serie de discos que hasta ahorita sigue en proceso. Mezcla de cierta frustración, melancolía y angustia post-adolecente con una experimentación que de algún modo mantuvo cierto tono y coherencia, ya que recuerdo querer utilizar todos los recursos del DAW indiscriminadamente. Quizá la misma limitante de ser neófito en los asuntos del audio definió el sonido lúgubre y brumoso del disco, por no decir que se notan los remedos y remaches en las canciones.

 El Tracklist es el siguente:

1) El Hombre Que Siempre Soñé
2) Y Seguimos insistiendo
3) Sobre Disolverse
4) Esquizofrenia
5) Pecador (En el nombre de Dios)
6) Geometric Style
7) Ruido
8) Siendo Tú
9) Eterna
10) Falsas Sensaciones

 ¡Saludos Cordiales!

Brassica


Y después de tanto bla bla bla finalmente y de manera oficial comienzo a publicar mis canciones. Imagínense, cuando empecé a alardear que hacía canciones las pensaba publicar en CD, ahora van a navegar por el intangible mar del streaming. Brassica (2011) es un E.P. que reúne las primeras canciones que grabé de manera formal en un DAW profesional. Son canciones alegres y pubertas que escribí cuando tenía de quince a dieciocho años, ya después la situación se puso depresiva y vinagrilla, cosa que se ve reflejada en las canciones de los otros discos que hice, los cuales subiré mas adelante.  
El Tracklist es el siguiente:

1. Bonito Recuerdo
2. Ángel de Seda

 ¡Saludos desde el más acá!
 

Kharthes IV: 30 vueltas al sol

Primer plano de mi senectud por Eli

Se siente muy diferente haber llegado a esta edad. Uno que tenía ciertas expectativas y al final resultan inexistentes. Trato de explicarlo y justificarme con que solamente he sido niño y joven, por lo que no se mas de la vida y de como reaccionar y actuar ante ella. Por supuesto, es una falacia, pues nadie en este mundo tiene la experiencia mayor que la edad y aun así han llegado hasta donde han querido, por pura voluntad y mano de obra.
Es como el aturdimiento minutos después de un golpe seco y directo al rostro. Ya pasó el dolor, toda la vorágine se ha consumido y ni siquiera los restos han quedado. Como si te levantaras en un lugar que no conoces y poco a poco recordaras como llegaste hasta ahí, pero al mismo tiempo lo olvidases y 360º después estuvieses nuevamente consternado de no conocer aquel lugar. Cierta amnesia consciente, como aquella extraña enfermedad en la cual a pesar de que los ojos sirven perfectamente, la parte justa del cerebro que controla la vista esta parcialmente dañada, lo que resulta en una ceguera vidente. Ver estando ciego, así es como se siente.
Uno ya sabe que llego a la adultez, lo infiere y lo respira. Si la juventud es la conciliación entre anhelos y verdades, el ser adulto implica la confirmación de haber despertado del sueño y que se te escapen los sentidos de las manos, como si fuese arena que se disipa en el viento, y solo queda la áspera realidad, sin insinuaciones melancólicas o el implicado sufrir adolescente. Resignación quizá, a unos le llego antes este sentir, recuerdo que los observaba y parecían muertos en vida. Claro, a comparación de uno que era ingenuo y volátil, aquellos se veían grises. Ahora los comprendo, no es que a uno se le acabe la felicidad, sino que comienza, apenas comienza, a vivir.
Falto de experiencia y habiendo despertado de aquel sueño con demasiada saturación fotográfica, al principio la verdadera vida palidece ante lo anterior. Sin embargo, confío en que pasará el tiempo y me daré cuenta de lo burdo que fue todo, de las exageraciones y lo empalagoso. He de confesar que todavía no llego a esa revelación, pero tampoco anhelo lo anterior entre espasmos de sollozo. Me encuentro en el limbo, entre dos etapas, gris, dejando atras una colorida realidad para entrar a otra, mas tenue pero sin lo vulgar, mas afable pero con frialdad, dándome cuenta que todo formaba parte de una verdad, verdad que no se descalifica ni se desmiente, solamente ya no es, ya no esta en la temporalidad de uno.
Todavía tengo que desintoxicarme de algunas circunstancias y terminar de cerrar ciclos, no por que me hagan daño o me generen hastío, sino por que ya no me caben o ya no me quedan. Debo aligerar la carga para poder aprovechar al máximo este interludio, tomar todo el impulso necesario y afrontarme a lo que viene, ya veré como la libraré para llegar a las 40 vueltas al sol.