Ollero


Estaba yo con unos familiares cuando me llamaron por teléfono, de una empresa tal para una entrevista de trabajo. Yo me emocione por supuesto, en esas fechas estaba en mi imposible búsqueda de empleo, y habiendo mandado mi currículo a todos lados, no me acordaba de todos los lugares, menos del que me hablaron. Pero no importaba, trabajo es trabajo. De todos modos, debía ser para algún oficio con el que estuviera relacionado ya que eso es lo que había puesto en mi currículo.
Un detalle era que el lugar de la entrevista se encontraba hasta Ciudad Satélite, al norte del ex-distrito, a dos horas y media de donde vivo, por lo que me prepare para la travesía. Bien desayunado, aseado y trajeado emprendí el largo viaje, deseándome suerte a mi mismo y observando a detalle el camino.
El lugar donde iba a ser la entrevista era muy estético, bonito inclusive. Un conjunto de oficinas pero dentro de un edificio elegante, con piso de piedra fina y madera en la pared. Todos bien vestidos, por supuesto. La cosa me empezó a oler extraña al ver a un montón de gente de mi edad, también bien trajeados y algunos señores, todos esperando por una entrevista. La particularidad de mi carrera es que la mayoría de las veces al ofrecerte empleo te entrevistan después de descartar a la mayoría de los candidatos, no al revés como parecía ser este caso. Inclusive algunos parecían tener a alguien conocido en la empresa, cosa que me hizo sospechar aun mas.
Después de esperar una hora, finalmente me toco el turno de ser entrevistado. La oficina del licenciado x era lujosa, llena de ornamentos finos y madera, con un escritorio que ocupaba la mitad del cuarto. Me preguntó lo que siempre se pregunta: que estudie, donde, experiencia de trabajo y ocupación actual. Todo normal y tranquilo hasta que salieron en la conversación dos preguntas que encendieron mas mi alarma instintiva: ¿Quieres estabilidad o crecimiento? y ¿Te gustaría aprender algo mas? A la primera conteste que las dos, porque me salió del alma decirlo y la segunda dije que si, pues si hay algo que me gusta es el conocimiento.
Fue ahí cuando salió el peine, y con piojos rechonchos. Resulta que la empresa se dedicaba a vender ollas por catalogo, no se si les sonara una marca con un león en su logo, pues esa era, y me ofrecían un sueldo bastante alto. Yo, confiado, accedí a permanecer mas tiempo para una platica que iban a ofrecer en el sótano. Se que suena peligroso eso ultimo, pero iba acompañado de prácticamente todos los que fueron a la entrevista, por lo que al menos en el peor de los casos moriría acompañado.
Ya en el lugar, nos sentaron en mesas como en la escuela y nos hicieron apuntar nuestros nombres en unas hojas que teníamos enfrente de nosotros. Después nos presentaron el producto, las ollas. Nos explicaron como estaba la jugada: Teníamos que vender las ollas por teléfono a cierta cantidad de personas y lograr que un representante de la empresa fuera hasta sus casas para que se nos pagara la cantidad prometida de dinero, si no la cantidad bajaba hasta la clasificación pauperrima, que era el sueldo base. Pude haberme parado en ese instante y salir corriendo del lugar, como nos ofrecían a cada rato, pero me ganaron las ganas de saber como iba a continuar toda la cuestión.
Después nos mostraron el producto, las ollas, que para ser sinceros se veían buenas. Quien nos mostraba la mercancía se dispuso a hervir verduras y pollos para que fuésemos testigo de la calidad con la que se cocinaba en las ollas, y mientras nos pusieron un video con Andrea Legarreta pre-crisis por su comentario del dólar. Nos pidieron que pusiéramos mucha atención, pues algo habría mas adelante. Terminado el video, nos dieron a probar la comida hervida. El pollo sabia bien, ademas hacia hambre. El merolico ese me preguntó si las verduras estaban bien hechas y con buen sabor, la verdad es que estaban tiesas, pero para evitar una masacre en ese instante, pues estábamos rodeados como por 10 personas que parecían guaruras, preferí decir que si.
Después vino el momento por el que nos pidieron memorizar el video de la Legarreta, teníamos que presentar las ollas como si las estuviéramos vendiendo en un lapso de dos minutos. Hubo quienes se tartamudearon y se achicopalaron en el intento, otros que se ve tenían cátedra en ventas. Yo, como soy un payaso, saque la casta casi casi como si estuviera actuando en un sketch de esos que hacia en los campamentos cuando era adolescente. El licenciado x estaba en la parte trasera del sótano, inflado como pavo real del orgullo que sentía por mi despliegue de dotes vendedoras. En la misma hoja donde hablamos puesto nuestros nombres nos pidieron poner al menos diez nombres de personas a quienes les venderíamos las ollas y sabríamos que aceptarían por lo menos la llamada, yo como paranoico por excelencia que soy puse a las personas mas ficticias que pude haber imaginado en ese instante. Por ultimo un sujeto con un traje azul rey, que aparentemente era el mero mero del lugar, nos presumió los viajes y reuniones en lugares exóticos que podíamos ganar por nuestros méritos al vender ollas. El tipo se veía con jeta de haber fracasado en la vida, sospechando de todo a su alrededor, con una mirada nerviosa y actitud de "ya estoy aquí, ni pex..."
Terminada la reunión nos pidieron a cada uno salir e ir con quien nos entrevistó. Al encontrarme con el licenciado x me pidió de favor que me quedara un rato mas, junto a unos 6 mas que aun no se habían ido. A los que quedaban nos pasaron nuevamente al sótano y nos explicaron que la razón por la cual nos quedábamos era que habíamos respondido crecimiento en la pregunta formulada en la entrevista de hace rato aunque según yo había respondido ambas. Nos pidieron de nueva cuenta que si no estábamos dispuestos a seguir por favor nos retiráramos, para no hacerles perder el tiempo, pero mi instinto de periodista y chismoso me hizo no desertar y llegar hasta el fondo del asunto. El que mas parecía guarura de todos los que parecían guaruras  nos pidió que anotáramos el teléfono y la dirección de las personas que habíamos puesto anteriormente en la hoja por lo cual se me saltaron los ojos de los nervios, pero logré enderezarme e inventar dígitos a lo bestia. Después nos pidieron que para el día siguiente lleváramos una identificación y un comprobante de domicilio, pues firmaríamos el contrato y empezaríamos a laborar de inmediato.
Al día siguiente me levante, me bañe, salí rumbo a tren suburbano para verme con mi amiga La Llama y bloqueé el numero celular de los olleros, para jamas volver a saber de ellos en mi vida. ¿Por  que no acepte el empleo? Ademas de tener que ir hasta Satélite y gastarme el mísero sueldo que ofrecían, por observación y deducción comprendí que era un sistema pirámide, ademas, como mencione anteriormente, los que ya trabajaban allí seguramente traían a mas personas para que les dieran una comisión por nuevos reclutamientos. Osease que probablemente tenían que tener una constante en ese aspecto para tener algunas monedas mas, y mantener la chamba, claro. Y pues también porque no nací para ser ollero, pero fue didáctico saber como estaba la cosa.

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