Sobre la nostalgia

He aquí una imagen  de la vista desde la oficina, la cual seguramente me traerá recuerdos y sensaciones en algún futuro incierto

¿Saben? Solía ser alguien muy nostálgico. Demasiado, en mi opinión. Era de cierta forma justificable pues mi vida resultó ser un constante viaje con volátiles pero suculentos cambios, siendo mi etapa universitaria la primera época donde me pego lo de la nostalgia, por lo menos los primeros años. Recuerdo que me quedaba viendo por las madrugadas fotografías de Cancun, lugar donde nací, extrañando según yo tiempos mejores. Extrañaba la prepa, los amigos, los amores, los campamentos, la iglesia y demás cuestiones que acontecieron en mi vida. 
Pero pronto se me olvido al conocer nuevos lugares y nuevas personas en la universidad, con tanto estudio y tantas cosas por vivir a esa edad uno no tiene tiempo para estar añorando. Pasaron unos cuantos años y entonces tuve mi bien llamada crisis post universitaria, en la cual terminas tus estudios, te hayas titulado o no, y no tienes ni la menor idea de que hacer con tu vida. Como un perro que alcanza al auto al que le ladra, tus planes habían llegado hasta terminar tus estudios para conseguir un buen empleo, el cual conceptualmente era tan concreto como humo de cigarro. Entonces regresaron la nostalgia y lo taciturno de las madrugadas a atormentar mi flemática vida, sin embargo esa vez ya no era el mismo niñito de 18 años que salió a conocer el mundo. No quería estar sufriendo por esas cuestiones, por lo que me propuse un ejercicio muy interesante: En la soledad del pernoctar invoque nuevamente a esos demonios llamados recuerdos, pero no para que me hostigaran con su perspectiva nebulosa ni para que me castigaran con remordimientos de acciones pasadas, sino para enfrentarlos cara a cara, directamente y recordarles su realidad. En serio, literalmente me encerré en mi cuarto y comencé a cuestionarles severamente sobre sus cualidades a algo tan intangible como las memorias. Se que suena extraño y a algunos puede sacarles de onda, pero creanme, en ese momento era necesario, ¡Y encima funciono! 
Les contare a detalle como le hice: Personifique a esos recuerdos en cuatro personas que estuvieron presentes en distintos momentos de mi vida, y comencé uno por uno a, en primera, agradecerles por lo vivido; en segunda a reclamarles por ciertas cuestiones y en tercera, a confrontarlas en su presente. Y me di cuenta que toda esa agobiante nostalgia era hacia la esencia de las personas, no hacia las personas per se, pues me toco conocer y convivir con estos seres en un momento y lugar especifico, tan singular que jamas se repetirá. No hay segundas partes, no hay segundas vueltas, no hay segundas oportunidades. Por supuesto me dolió darme cuenta que esas personas tan "maravillosas" que conocí jamas volverían, aun estando con vida y sanos, pues de lo que eran solo quedó la esencia, reitero, o el recuerdo si gustan llamarle asi, ya que afortunadamente los seres humanos nos desarrollamos y crecemos tanto física como mental y espiritualmente. Nunca somos lo mismo durante mucho tiempo, la gente cambia, para bien y para mal, y eso me alegra. 
Fue tambien duro darme cuenta que estaba romantizando los momentos pasados. Por eso lo de "maravillosas" entre comillas en el párrafo anterior. ¿Y que es romantizar? Es ver todo lo pasado, e inclusive lo futuro, bajo una perspectiva de grandilocuencia, exagerando sensaciones y detalles, básicamente decir que "es lo mejor y nada jamas se le equiparará", llegando hasta extremos dramáticos. ¿Y por que se da esto? Hay en realidad muchos factores, pero en este caso logre darme cuenta de uno en especifico, el cual es no salir de la rutina, o mas bien, el shock de salir de la misma. Les explico: Toda la vida estuviste en el mismo lugar, hiciste todos los días lo de siempre, con la misma gente, con los mismos horarios. Igual y hubo una variación, cada tanto, aquí y allá, pero nada muy lejos de tu zona de confort. Evidentemente te va caer asquerosamente mal un cambio mas allá de tu control, te vas a retorcer en tu mediocridad y vas a anhelar los "buenos tiempos", que mas que ser "buenos tiempos" en realidad fueron los únicos tiempos que viviste. Y es que de eso se trata, de no tener la cabeza tan cerrada ni la visión tan cegada como para ver a plenitud lo que es la vida. Y les puedo decir que la vida, con lo poco que he vivido, es maravillosa, así, sin comillas. Porque al momento de los cambios es cuando empiezas a crecer como ser pensante y en plenitud, reconociendo en primera lo testarudo que eras al querer arrastrar contigo esos recuerdos torpes y romantizados. Yo lo era, debo reconocerlo. 
Aclaro que no tengo nada contra los recuerdos, al contrario, los acepto pues se que la vida esta formada de futuros recuerdos. De eso estoy consciente todo el tiempo, se que, por ejemplo, mi situación actual la voy a extrañar en algún futuro. Pero de eso se trata, extrañar, derivado de la palabra extraño, ajeno. Si, lo viví, lo disfrute, fue parte de mi y me ayudo en el aprendizaje, estoy agradecido y todo, pero en este momento, en esta realidad no representa lo que soy, pues he hecho de todo lo vivido anteriormente algo extraño, ajeno y alejado de mi con el simple hecho de extrañarlo, no quiero pasarme la vida queriendo revivir esas sensaciones o pero aun, pretendiendo que siguen aquí. 

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¡Que horriblemente ocupado es esto de ser adulto! Por eso no he escrito desde hace bastante tiempo en este mi bien amado blog, fósil viviente e insistente de la prehistórica web 2.0. Estos últimos meses me la he pasado entre el trabajo y la maestría, fue difícil equilibrar ambas cuestiones, pues casualmente las dos labores se pusieron densas al mismo tiempo, por lo que me desquicie un poco, pero al final todo esta como debe estar, y uno después de un tiempo agarra el ritmo. Quisiera prometerme que escribiré mas en este blog, pero no puedo, ya que, afortunadamente, lo impredecible es la norma en este acontecer diario. 

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